domingo, 23 de enero de 2011

Y Málaga descendió al averno

COMENTARIO DEL DIARIO BARCELONÉS "LA VANGUARDIA"


A través de la mirada inocente de un niño se nos revela la pobreza y la violencia que se cernió sobre la ciudad andaluza en la década de 1930


JAVIER GUTIÉRREZ CARRETERO - 28/09/2005


Caminos abarrotados de padres que llevan a sus hijos más pequeños cogidos de la mano, o en brazos si están enfermos; de niños que lloran de dolor y hambre; de hombres y mujeres con semblante triste, sucio y derrotado con escasas pertenencias; de ancianos y ancianas de mirada cansada y pisar tambaleante... Es el dramático colofón a tres años de locura. Es el exilio republicano de 1939.

Y, sin embargo, este éxodo masivo había comenzado tiempo atrás con el humillante y mortal trasiego humano que habían padecido miles de malagueños al abandonar su ciudad en febrero de 1937, justo ante el avance y ataque de las tropas nacionales. Humillante, porque incluso sin alimentos para los niños más pequeños, hubieron de recorrer por la carretera costera los cerca de 200 km que les separaba de Almería, su objetivo y salvación. Mortal, porque durante el trayecto fueron bombardeados sin descanso por la Luftwaffe alemana, apoyada por la marina italiana. Un capítulo de la encarnizada guerra civil española poco conocido y que el escritor Luis Melero (Málaga, 1942) ha novelado en La desbandá.

Ante un fantoche con un pene descomunal y erecto titulado Soldadito presentando armas a Sanjurjo, Manuel Rodríguez Robles del Altozano ríe a carcajadas mientras que los rizos dorados de sus once años penden de su frente y se revuelven haciendo honor a su apodo: Mani el rubio. Es la verbena de San Juan y está gozando de la habitual quema de juás mientras espera poder ganarse la confianza de Guaqui el Templao quien, cinco años mayor que él, no es sólo el adolescente más reputado del barrio, sino también el hermano mayor de Inma, la niña de ojos verdes más guapa que Mani haya visto en toa su vida. Pero este paisaje infantil e inocente supone únicamente una tregua en la dura realidad a la que se enfrenta, pues la Málaga empobrecida de 1934 ha adelantado la llegada de su madurez y le ha obligado a centrar toda su atención en la ayuda económica que pueda prestar a los cuatro hermanos y la madre que componen su familia. En su desesperada y particular búsqueda de nuevos ingresos, descubre a una enigmática anciana llamada Elena Viana Cárdenas James Grey quien, representante de la clase social más alta malagueña, afirma conocerle a él, a un rapaz del populachero corralón de San Felipe Neri. Como popular es la figura del Chafarino, un viejo ciego que se gana la vida cosiendo redes en su choza de cañizo de la playa y que le habla de dioses marinos y de las catástrofes que están por venir. Y, envolviéndolo todo, una joven pero vacilante II República española que parece situar al joven protagonista en el centro de la espiral de odio y violencia que se está desatando por doquier. La caída de aquella se consuma y el continuo bombardeo de aviones germanos sobre la Málaga libertaria en febrero de 1937 obliga a Mani, a su familia y a miles de malagueños a huir en desbandá hacia Almería. Sorprendidos por el ataque por tierra y por mar de las fuerzas fascistas colaboradoras con los levantados en armas, su camino se convertirá en un infierno de locura y muerte.

Con un arduo trabajo de fondo basado en decenas de entrevistas, Luis Melero reconstruye de manera fidedigna y desgarradora la Málaga de la década de 1930 a través de la mirada inocente e infantil de Mani. De sus ojos se sirve para radiografiar una sociedad ahogada cada vez más por la pobreza, que sin compasión se cierne sobre ella, y por la violencia, fruto del caldeado clima político que peligrosamente se agrava por momentos. Dos premisas que condicionarán ¡y cómo! el devenir del protagonista y, por ende, de toda su familia: con la adolescencia robada, Mani despertará bruscamente a la dura realidad.