sábado, 31 de octubre de 2009

HALLOWEEN Y LA DESFACHATEZ





Recientemente, se ha visto a una autoridad católica criticar la difusión de la fiesta de Halloween, “una moda impuesta por Hollywood que perjudica NUESTRA FIESTA de Todos los Santos”.
Si no se trata de desfachatez, habrá que pensar en ignorancia.
La fiesta de Hallowen es una celebración tres veces milenaria, de origen celta. Se trataba de la víspera de su fiesta de año nuevo, denominada de “todos los dioses”. El fin de año celta era la noche de los espíritus, igual que ahora se celebra la nochevieja. El Halloween, que los estadounidenses sólo se limitaron a adoptar, como Santa Klaus, los árboles adornados y el muérdago, de origen definitivamente celta.
La fiesta celta de fin de año era tan popular, que los romanos la adoptaron, como la del “Dios sol” (navidad), equinoccio de primavera (idus de marzo), y muchas otras.
Cuando Constantino manipuló a los cristianos y los convirtió en religión del poder, les obligó a adoptar -y rebautizar- todas las fiestas establecidas. Todos los Santos es todos los dioses. Navidad, es el solsticio de invierno, celebrado 3 días más tarde. Carnaval es saturnalia o báquica. San José es idus de marzo, o equinoccio de primavera. Semana Santa es la pascua judía. San Juan es el solsticio de verano. Y así…
Uno, ingenuo que es, creía que los curas estudiaban historia.

miércoles, 28 de octubre de 2009

¿QUE ENSEÑARAN LAS FACULTADES DE LITERATURA ESPAÑOLA DENTRO DE 50 AÑOS?






Cuando los autores más vendidos han abandonado todo rigor en el uso correcto de la lengua, los “correctores” editoriales “descorrigen” los textos introduciendo errores garrafales en redacciones limpias y las editoras se apropian ilegalmente de los derechos de los autores, uno no tiene más remedio que ser pesimista sobre el porvenir de nuestra literatura.
Antaño, la literatura española fue determinante en el mundo. Sin llegar tan lejos como el “siglo de Oro”, tenemos que recordar a Ortega, Machado, García Lorca y los excelentes dramaturgos del XX, por mencionar sólo a los más llamativos. ¿Qué autor podríamos esgrimir ahora en nombre de la calidad suprema de la creación literaria? Lamentablemente ninguno. Dicen que somos una nación donde se lee poco, aunque parece que no tan poco como se quejan las editoriales; pero los ídolos de los pocos lectores que sí existen, o de los muchos que se abstraen con sus libros en el metro, no tienen ninguno nombre español ni ha nacido en España.
Entre la editoras que tratan de obligar a sus autores a que remeden a Dan Browm, las que roban a sus autores, las que dejan que se edite torpemente, las que permiten que se ignore la RAE y a Nebrija, cualquier día nos vamos a topar con que las Cortes vuelven a meterse en camisa de once varas (como cuando legislaron que estemos obligados a usar topónimos no españoles) y prohíban a las editoriales publicar a autores españoles originales fetén; sólo permitirán a los imitadores sin talento.

lunes, 26 de octubre de 2009

NECESIDAD DE CREAR UNA SOCIEDAD PROTECTORA DE ESCRITORES



Entre los comunicantes que forman una riada contándome casos de estafas de editoriales (A CAUSA DE QUE TODOS CONOCEN LA QUE YO HE SUFRIDO), me escribe el crítico literario de un importante medio de Barcelona diciéndome que casos como el mío son bastante frecuentes, y habiéndose comunicado conmigo, hasta ahora, once escritores que han padecido lo mismo que yo, me pregunto si no habría que fundar una Sociedad General de Escritores que controlase los contratos y el pago de los derechos (cuestión que, visto lo visto,le importa un ardite al ministro de la cosa). Un despacho de abogados con buena visión tendría que ocuparse de organizar esa asociación, y genaría muchos millones toda la vida.
Muchos me recuerdan el caso de Marías, que también fue estafado por su editorial en el pasado.
En vez de buscar negociar conmigo los casi 100.000 euros que me ha estafado, mi editora me pone espías que me escriben con nombre supuesto, para averiguar mis propósitos editoriales.
Va lista esta señora.

domingo, 18 de octubre de 2009

DAMA EN ELCHE, SIRENA EN CALPE

Cuentan que un gigante descubrió a una bellísima muchacha bañándose en un arroyo de las sierras alicantinas. Arrebatadamente enamorado, acondicionó para ella una cueva como un palacio decorado de gemas y otras maravillas, pero al cabo de muy pocos días de felicidad, un demonio le anunció que la muchacha moriría irremisiblemente "hoy, al ocultarse el sol". El gigante corrió enloquecido por las montañas, buscando un resquicio por donde evitar que el sol desapareciera y no hallándolo, dio un desesperado empujón al pico más alto, con lo que arrancó un enorme peñasco que produjo una tronera por donde el sol demoró unos instantes más en dar paso a la noche, unos instantes durante los que pudo disfrutar los postreros placeres de su amor. El peñón que arrebató a la sierra, ahora es la islita situada frente a Benidorm que los locales denominan sencillamente "la isla" o "Isla de los Pavos Reales"
Tierra de leyenda, la Costa Blanca y toda la provincia de Alicante parecen salidas de La Odisea. Quizá sea el reino donde Jasón robó el vellocino de oro. Territorio que se adentra en el mar queriendo alcanzar Oriente con el cabo de la Nao, es verde y oro como una divisa taurina perfumada de salitre y azahar, bajo una luz que es puro encantamiento; configura un paisaje labrado como en el poema de Miguel Hernández: "quiero apartar la tierra parte a parte a dentelladas secas y calientes"; mordido a dentelladas de cíclopes, se precipita por doquier en cañadas y barrancos para elevarse esplendoroso en innumerables penachos y atalayas, y en la costa se retuerce, da vueltas y revueltas hasta volver loca a la rosa de los vientos en penínsulas, ínsulas, golfos, calas, peñones y salinas donde reverbera el sol como en un sueño de Ulises. Blanca costa junto al mar y blancos miradores en las alturas serranas, todo Alicante reluce como si fuera el mismísimo vellocino de oro ribeteado de sirenas varadas. Tuvo que ser en algún punto entre las salinas de Torrevieja o Santa Pola y el Parque Natural del Montgó donde Ulises estuvo a pique de caer víctima del embrujo de las sirenas, puesto que el embrujo permanece tanto en el magnetismo que atrae a millones de turistas, como en las historias que los alicantinos murmuran. Proliferan las interpretaciones populares sobre el origen de la palabra "Alicante"; una la relaciona con un rostro que, según las luces del día, aparece como un bajorrelieve en el monte Benacantil, coronado por el Castillo de Santa Bárbara, desde donde se sobrevuela la capital y gran parte de su provincia; dicen que el rostro es el de un moro llamado Alí, de quien estaba enamorada la hija del sultán, llamada Cántara; el padre quería casarla con otro, pero amaba tanto a su hija que decidió dar una oportunidad a Alí; prometió otorgar la mano de Cántara a aquél de los dos pretendientes que realizase primero estos trabajos: Alí debía construir un acueducto para llevar agua a la ciudad y su contendiente, descubrir nuevas tierras por mar. Pero sucedió que Alí estaba tan enamorado, que olvidó el encargo en los brazos placenteros de Cántara; mientras, el otro no sólo descubrió ricas tierras, sino que volvió con fabulosos tesoros para ofrecerlos al sultán. Por consiguiente, éste tuvo que cumplir su promesa. Pero antes de la consumación del matrimonio, Cántara se arrojó desde el altísimo castillo y Alí, desesperado, fue tras ella, quedando su pavoroso rictus de dolor esculpido en la cumbre del monte. Aventuran los alicantinos que "Alí-Cántara" se convirtió en "Ali-cante". Otros aseguran que el nombre procedería del poblado romano "Lucentum", que tras grandes vacilaciones descubrieron en un solar cercano a la preciosa playa de La Albufereta. Allí, en lo que los estudiosos creían sólo una necrópolis musulmana, una arqueóloga sueca, Solveig Nordseorm, observó muros que parecían romanos; pero estaban en un solar, donde la insaciable maquinaria constructora de esta costa iba a levantar unos cuantos rascacielos más; Solveig se encadenó a los muros para impedir la entrada de las excavadoras, y gracias a ella pudieron los arqueólogos excavar no para hacer cimientos, sino para descubrir un interesante poblado púnico-romano, visitable en las ahora cuidadas ruinas.

Se llega a Alicante desde el interior peninsular por la ruta que acaba en la vega del río Vinalopó, que ya en tiempos de Alfonso X era la conexión de la Meseta con el llamado "puerto de Castilla". Un rosario de fortines jalonan el camino, muy comercial en la Edad Media, que en aquellos tiempos y aún varios siglos más tarde había que proteger de los piratas, que asolaron las costas alicantinas durante milenios, atrincherados en la isla de Tabarca hasta que Carlos III mandó poblarla con genoveses. Senda de vinos y pasas que competían con las de Málaga, los fortines acompañan al viajero desde la entrada en la provincia: hermosos los castillos de Villena, Biar, Sax, Elda, Petrer y Novelda, donde, además, alguien tuvo la feliz idea de erigir en la cima de un monte el Santuario de la Magdalena, recreación que interpreta en clave local los volúmenes y audacias de Gaudí. Elda y Petrer, aunque forman una sola población dividida únicamente por una calle, comparten una anécdota lingüística singular: a causa de las diferentes influencias políticas, en Elda se habló siempre castellano y en Petrer, valenciano.
De año en año, la capital alicantina hace perder el norte al viajero, sorprendiéndolo con nuevas perspectivas, espléndidas avenidas recién inauguradas y obras soberbias, como el Museo Arqueológico remodelado no hace mucho en la antigua Diputación, un espacio con tantas fascinaciones visuales que cuesta distinguir la realidad material de la virtual; casi no se diferencian los objetos de los hologramas. Obras recientes son también los espacios recreativos del puerto, Muelle de Levante y Panoramis, a los que se accede desde la espectacular Explanada de España, paseo de palmeras solado con un mosaico en ondas rojas, blancas y negras compuesto por 6.600.000 teselas. Son menos recientes las estupendas instalaciones deportivas del castillo de San Fernando, donde se encuentra el estadio Rico Pérez, al que los guasones alicantinos denominan "Tejero", porque la tribuna tiene forma de tricornio a causa de que el constructor José Rico Pérez no consiguió comprar la parcela que le faltaba y al tener que mochar una esquina, mochó también la otra por simetría, quedando la grada con forma de tocado de la Guardia Civil.

La simpatía y la retranca de los alicantinos sale a borbotones. Como todos los pueblos que sufrieron mucho, han desarrollado un sabio sentido del humor, patente en topónimos, apodos y anécdotas. La tierra de cultivos, a veces de un empolvado verde soñoliento y a veces de un amarillo desgarrador, es el escenario que inspiró al oriolano Miguel Hernández aquel niño yuntero, por el que preguntaba: "¿Quién salvará a este chiquillo, menor que un grano de arena, de dónde saldrá el martillo verdugo de esta cadena? Que salga del corazón de los hombres jornaleros, que antes de ser hombres son y han sido niños yunteros". Tierra asolanada, tuvieron que inventar los rius-raus, originales construcciones rurales que son como soportales para protegerse y proteger las cosechas de la tortura canicular. Vencedores de sus penalidades y ahora prósperos industriales del turismo, los alicantinos derrochan imaginación, chispa y simpatía; lo mismo da que sea Roberto, el jefe de seguridad del recién reconstruido Palacio Episcopal de Orihuela (magnífica ciudad monumental donde estos días se puede visitar una bella exposición de arte sacro denominada "La luz de la imágenes"), que Joan Carles, el director de turismo municipal de Elche, o Iván, el guía del Patronato Municipal de Turismo de Alicante que nos conduce por el pintoresco barrio de Santa Cruz derrochando orgulloso conocimiento de la historia de su tierra. El colorista y pintoresco barrio, situado en la ladera del Benacantil, es un híbrido de Judería cordobesa y Alfama lisboeta, donde conviven en santa hermandad los "indígenas" con los "bárbaros" del norte, morenets alicantinos y rubicundos turistas que quemaron el pasaje de vuelta a su tierra.

Denia, milenaria y ancestral, es como un cuadro de Dalí que conserva el encanto de su bahía al pie del Parque Natural del Montgó. Los Morros de Benitachel ofrecen una pausa agreste y virginal en este territorio tal vez excesivamente urbanizado, porque tan inimaginable como que las construcciones invadieran el Pao de Açucar carioca, los rascacielos escalan ya agresivamente las faldas del Peñón de Ifach, mancillando uno de los paisajes más característicos de Alicante; con todo, el peñón desafía orgullosamente a quienes le insultan, como un centinela pétreo que no es gigante ni molino, sino un titán encantado, guardián del reino de Apolo que aún le hace resplandecer. Muy cerca, Altea surge como una pirámide encalada cuando se mira desde la playa, invitando a recorrer sus primorosas callejas con trazado de bastión medieval, antes de correr a zambullirse en las límpidas aguas de L’Alfas del Pi. Poco más al sur, oteando desde la carretera, uno cree llegar a una base interestelar atiborrada de naves gigantescas preparadas para lanzarse a conquistar el espacio; los rascacielos de Benidorm son una aleación de Las Vegas y Nueva York. Alquimia turística, piedra filosofal con la que algún mago transmutó la reseca tierra en oro, el antiguo pueblo de almadrabas parece una locura pero es, en realidad, la industria del ocio más inteligente de España. Desde Benidorm, es pecado no subir a Guadalest, admirando al pasar el pueblo-baluarte de Polop; los riscos que enmarcan y cimentan la minúscula población de Guadalest son como una peineta de marfil emergida de un inesperado mar de bosques; la aldea guarda un arco lleno de insinuaciones, como un ojal perforado en la piedra en busca de oteros sobre el recóndito valle que ya rondaron los romanos, donde hay muchas colinas arañadas de bancales como si los cultivos quisieran subir a contemplar el mar. De vuelta a la costa, Villajoyosa da una lección de arquitectura popular con su multicolor barrio marinero. Casi en Alicante, desde San Juan hay que emprender la subida de la Ruta de los Almendros, visitando Mutxamiel, Jijona –con sus dulcísimas delicias, su castillo de la Torre Grossa y su Museo del Turrón-, y Alcoy, una joya monumental al pie del parque natural Carrascal de la Font Roja. Famosa en todo el mundo por su fiesta de Moros y Cristianos, Alcoy merece la fama por ella misma, por sus museos, iglesias y plazas que la convierten en dama y señora del interior alicantino, que no sólo tiene la chistosa moral del Alcoyano, sino la que le proporciona el empaque de su primoroso paisaje urbano.

En el sur de la provincia los horizontes son más anchos. Las salinas, urbanizaciones, dunas, lagunas y playas kilométricas se alternan para deslumbrar como espejismos en Santa Pola, Guardamar o Torrevieja. Pero es por el interior donde aguardan las maravillas más cegadoras. Orihuela fue capital provincial y se nota en la Iglesia de Santiago, en los claustros de la Catedral y la Universidad y en la abundancia de torres y cúpulas de tejas vidriadas de azul. Elche, populosa y asombrosamente próspera, es un oasis de paz donde uno quisiera cobijarse del estrés; en el Huerto del Cura y por todos lados, el palmeral crea una pantalla protectora contra el ruido, la agitación, las frustraciones, el miedo y el calor; en la Calahorra, en los mercadillos, en Santa María, en L’Alcudia, en los museos, en el Río Safari, en todos los rincones apetece cantar una serenata a la Dama de Elche para darle las gracias por acogernos en su portentoso feudo.

Relatan los cronistas que, un buen día, la Santa Faz lloró una lágrima de sangre. En aquel entonces, los levantiscos sarracenos pugnaban por reconquistar estas tierras y, sobre todo, ansiaban destruir un símbolo cristiano que odiaban. Enviado un emisario desde el monasterio a Alicante para comunicar el milagro de la lágrima y enviado otro desde la ciudad al monasterio para alertar de un ataque morisco, coincidió que los dos mensajeros eran enemigos irreconciliables que habían jurado públicamente matarse. El azar quiso que se tropezaran a mitad de camino; se miraron un instante con furor y desenvainaron las espadas dispuestos ambos a atravesar al otro; pero una chispa prodigiosa iluminó sus corazones, tiraron las armas a tierra y se abrazaron, y fueron desde entonces fraternales amigos inseparables.
Es posible que éste sea el origen de la amigabilidad de los alicantinos, la capacidad infinita de hacer que nos sintamos en casa, en territorio propio. La ciudad de Alicante, las emergentes poblaciones costeras y las tradicionales y hermosísimas del interior están llenas de maravillas monumentales y naturales, pero el principal atractivo de Alicante es su gente. Pueblo fronterizo y mestizo que lleva en sus genes las convulsiones y las invasiones de milenios de historia, posee la sabiduría necesaria para no ser altanero con quienes llegan a admirar sus obras. No extraña que los turistas sean más y más cada año.
LUIS MELERO
(apoyo)
VISITAS Y FIESTAS
El viajero de mirada despierta tiene en la provincia de Alicante infinidad de lugares donde recrearse. El Palmeral de Elche, patrimonio de la Humanidad, es indispensable, lo mismo que el Museo Arqueológico de Alicante, Denia, Orihuela y Alcoy. Guadalest, en la Sierra Aitana, produce agradables sorpresas. Terra Mítica, en Benidorm, es un parque temático que se sale de lo corriente. Fotografiarse con el Peñón de Ifach como fondo es evocador de leyendas y tiene magia. Los castillos del Vinalopó merecen el recorrido, con parada en el insólito Santuario de la Magdalena de Novelda.
Las Fiestas de Moros y Cristianos tienen lugar en todos los rincones de la provincia. Desfiles espectaculares con excelente música de bandas, según su plástica escenifican las disputas entre las dos culturas. Pero se trata, en realidad, de un rito mucho más antiguo, que mantiene los significados atávicos del enfrentamiento entre el bien y el mal. Cada localidad celebra esta fiesta en honor de sus patronos respectivos. Algunas de las fechas: Orihuela, del 13 al 18 de julio; Alcoy, del 21 al 24 de abril; Calpe, en octubre; Villena, del 4 al 9 de septiembre; Villajoyosa, del 24 al 31 de julio, Elche, en agosto, Elda, del 3 al 7 de julio. Alicante capital conmemora su fiesta mayor, las Hogueras de San Juan, con la impresionante Nit del Foc del 24 de junio, pero también la Semana Santa es notable y multitudinaria la Romería de la Santa Faz. El Misteri de Elche es una representación verdaderamente espectacular de la Asunción de la Virgen María, con ángeles sobrevolando las naves de la Basílica de Santa María entre efectos especiales, el 14 y 15 de agosto.

ARÁN, AZUL Y ESMERALDA






En San Andrés, los araneses se paran a esperar el lucero que llaman Estrella de la Nieve. Deducen si tendrán año de nieves y, por tanto, de bienes por su brillo, que debe reproducir el aspa donde martirizaron al santo. Si la estrella no refulge mucho, vaticinan que el invierno será malo.
En este caso puede ocurrir que, en mayo, el arcipreste diga señalando la verdísima ladera que se ve por la ventana: "¡Este año, el valle es un secarral!". Perplejo, el visitante contemplará la infinita gama desde el turquesa hasta el esmeralda, los hayedos y abetales colmados de rebrotes, y el riquísimo pasto con pinta de campo de golf gigantesco.
Sus vecinos hablan francés, castellano y catalán más su dialecto occitano. Pasan de una lengua a otra como si llevasen en el cerebro chips de respuesta instantánea en cuatro idiomas. El valle de Arán es el único de nuestros Pirineos que desagua hacia el norte, en la vertiente atlántica. Aquí nace el Garona, el gran río cátaro, en un paisaje granítico rociado en verano de edelweiss nevados. Es Garona desde Beret, pero va recibiendo torrentes del deshielo como Unhola, Nere, Joeu, Varrados o Toran, y lo que en Baqueira es un fogoso riachuelo montañés, en Les, tras un declive de mil metros en treinta kilómetros, es un río respetable surcado de jangadas. Entre el deshielo, que jamás falla, y el régimen de lluvias, Arán es un mundo húmedo y vivaz.
Afirman: "Preferimos ser gobernados por un rey poderoso, siempre que viva lejos". Se sienten cómodos siendo españoles y, aparte, aspiran a ser sólo araneses. No existe propiedad privada; gozan hace setecientos años de régimen comunal para la explotación de pastos y labrantíos.
Cuentan con su propio gobierno, llamado en aranés Conselh Generau d'Aran. Lo preside un síndico, representado en las comarcas por seis bayles, lo que originó una costumbre curiosa: Jaime II de Aragón les otorgó en 1313 un estatuto que llaman Querimonia; el documento lo guardan en un mueble denominado armari de les sis claus, o armario de las seis llaves, porque para abrirlo deben estar presentes todos los bayles, que portan al cuello su llave, distinta de las otras cinco. Por si las suspicacias...
A causa de la nieve, festejan más en verano. Destaca la quema del Haro. En el Mediterráneo encienden fogatas de San Juan, como los Júas de Málaga o las Hogueres de Alicante, pero Arán tiene su propia forma de celebrar el solsticio. Con hogueras... vertica-les. Por San Pedro, talan un abeto y lo desbrozan dejándole algunos tocones para poder escalarlo, y practican abundantes hachazos a todo lo largo; en las fisuras clavan cuñas. Lo colocan de pie y lo dejan hasta el 23 de junio del año siguiente, cuando estará seco y arderá como tea. El más multitudinario es el de Les, un pueblo con buenas termas que ya disfrutaron los romanos. También abundan las romerías por recorridos de vértigo hacia ermitas inverosímiles.
Los guisos típicos son el civet y la olla aranesa. El civet es un plato de caza, guisada con la sangre del animal, vino y un conjunto de ingredientes que devienen en una exquisitez inesperada. La olla aranesa es un puchero, contundente como conviene en un valle donde la nieve no se pierde de vista, con algunas aldeas que reciben sólo tres horas de sol al día en invierno.
Hay 33 pueblos, cada uno con su iglesia. De estilo románico en la base, muestran un eclecticismo arquitectónico producto de la necesidad. Valle aislado y remoto, los curas iban construyendo sus templos según Dios les daba a entender. El resultado es un conjunto imperfecto, pero con encanto y misterio. De San Pedro, en Escunhau, podría hacerse un catálogo de rarezas. Ciertas torres con planta octogonal y aspilleras recuerdan a los templarios, como las de Gausac y Arró; otras pasan de la base cuadrada a la octogonal, caso de San Miguel, en Vielha. San Andrés, en Salardú, es un ejemplo notable con su campanario octogonal, ventanales góticos y murales del siglo XVI. El más románico es La Purificación, en Bossòst.
Más que iglesias de pueblos, en Arán son pueblos de iglesias. Trèdos, baluarte templario, simboliza sin embargo la huella dual de los cátaros con todo por partida doble, además de lo que el topónimo sugiere. Casi al lado están Baqueira-Beret y sus boatos invernales. Más abajo, la capital, Vielha, en la confluencia del Garona y el Nere, es una linda ciudad cosmopolita. De ahí en adelante, los pueblos se esconden como centinelas en los escarpes boscosos, como Arros, Vilac, Betlan, Es Bordes y Vilamós. En Bossòst se comienza a intuir la cercanía de Francia en las matrículas de los coches, y ya en Les cuesta decidir dónde se encuentra uno y cómo decir adiós.
- Luis Melero

domingo, 4 de octubre de 2009

CLANES FAMILIARES

Lo que no puede ser, no puede ser y además, es imposible. La frase, atribuida a Joselito el Gallo, se puede aplicar con toda legitimidad a los pensionistas españoles.
Cuando hablamos conmiserativamente de los “mileuristas”, ¿alguien cree que un jubilado puede vivir con 515 euros al mes? Si no lo auxilian -complementando esa miseria- sus hijos y demás familiares, si los tiene, es completamente imposible sobrevivir con ese dinero… pero hay que recordar que más de la cuarta parte de los pensionistas españoles están solos. O sea, que más de una cuarto de nuestros jubilados están muriendo literalmente de hambre.
POR ESO, RESULTA TODAVÍA MÁS OBSCENO QUE HAYA CLANES FAMILIARES INGRESANDO MÁS DE 20.000 EUROS MENSUALES.
Circunstancialmente, se habla estos días de una familia de tres miembros que ingresa diariamente EL DOBLE DE LA PENSIÓN MENSUAL DE UN JUBILADO.
Alguien que siente la necesidad de defender tales escandalosos ingresos, ¿puede ser creído cuando se jacta de su honorabilidad y justicia? Si lo fundamental en la vida de alguien es tratar de acumular en dos o tres años de trabajo un patrimonio para toda la vida, ¿ES CREIBLE?
HIPÓCRITAS O MAFIA
Luis Melero

sábado, 3 de octubre de 2009

NUNCA ACABAREMOS CON EL NARCOTRÁFICO


Ayer detuvieron a agentes del orden/narcotraficantes en dos provincias del sur. Noticias alarmantes como éstas las leemos con cierta periodicidad.
Es evidente el poder de “persuasión” de un poder económico que aseguran que es mayor que todas las economías del mundo juntas. El poder implacable de los narcotraficantes compra no sólo a camellos de mala muerte, sino a policías, periodistas, jueces ¿y políticos?
Además, es la pescadilla que se muerde la cola. Si grandes organismos “viven” y medran persiguiendo el tráfico de drogas, es lógico que no quieran verdaderamente acabar con la actividad que les da tantas ganancias “combatiéndola”. Mientras el tráfico asesino de la droga continúe, ellos pueden seguir disfrutando su estatus.
Los Escobar y otros poderosos asesinos traficantes comenzaron financiando campañas políticas en toda Hispanoamérica. Destacados “políticos” con boinas coloradas alcanzaron así el poder. Es imposible que no hayan sucumbido a la tentación de hacer lo mismo en Europa y Estados Unidos. La lenidad que apreciamos en el trato a esta actividad criminal pudiera no ser casual ni accidental. Constantemente se “escapan” (en los mismísimos juzgados) grandes narcotraficantes que desaparecen en el sumidero de la impunidad. Mientras, los políticos hacen solemnes declaraciones contra la posibilidad de legalizar las drogas, iniciativa –si fuera conjunta- que acabaría en un instante con el narcotráfico.
Mientras, siguen con las manos libres para pervertir y enganchar no sólo a los adolescentes, sino ya hasta a los niños. Amigo, ¿no le extraña que en los programas de humor se haga constante apología del consumo de drogas? ¿Y que ningún juez persiga a estos ”humoristas” propagandistas?
Luis Melero

viernes, 2 de octubre de 2009

LA SOLEDAD DE LOS EDUCADOS


Millón y medio de jubilados vivimos completamente solos en España, más de la cuarta parte. Las administraciones no disponen de medios para aliviar la situación desesperanzada en que vivimos y carecemos de parientes a quienes pedir ayuda. Las pensiones, en general, nos sitúan muy por debajo del umbral de pobreza y no digamos los que cobramos la mínima…
Los centros de mayores que conozco no sirven para paliar verdaderamente los efectos devastadores de esta soledad. Funcionan con exigencias burocráticas poco compasivas o sencillamente despiadadas y, algunos, son auténticos reinos de taifa. en los que unos funcionarios -mediocres y ambiciosos- han organizado su pequeño dominio, donde “esos viejecitos” son unos seres molestos que “tenemos que domesticar”.
Somos lo bastante numerosos como para que tratemos de encontrar soluciones por nosotros mismos. Muchos de nosotros conservamos entera la lucidez y la “·marcha”. Tal vez formamos la última generación que recibió verdadera educación, ahora que la educación y las buenas costumbres han pasado de moda y nombrarla constituye una especie de sacrilegio ideológico. Estamos suficientemente preparados para organizarnos y encontrar el modo de juntar nuestras soledades, a fin de convertirlas en algo útil para la gran comunidad que formamos.
Debemos buscar y encontrar el modo de comunicarnos y organizarnos.
Luis Melero