Dicen algunos sociólogos que la historia es pendular. Sobre todo en España, y políticamente. En la actualidad, y a pesar de los dramas a que asistimos, tendemos aparentemente hacia un nuevo matriarcado; que no sería entre nosotros el primero; desgraciadamente, sabemos poquísimo de nuestros verdaderos ancestros celtas e iberos, pero los rastros de éstos últimos hacen suponer que pudieron constituir sociedades matriarcales.
Así, se confirmaría lo de la historia pendular. Pasamos de aquel remoto pasado matriarcal al machismo romano hasta llegar al nefasto machismo moro. Como reacción pendular, es posible que vayamos ahora hacia un feminismo absolutista.
Terminé hace relativamente poco una novela ambientada en una sociedad matriarcal ibera de los siglos IV-III antes de Jesucristo, en el Levante Español. El joven de la pareja protagonista es un muchacho lleno de ingenio e inventiva, que sueña con fundar un Movimiento de Liberación Masculina.
¿Tendremos que soñar con eso mismo los de ahora? Como en toda historia pendular se está confundiendo en muchas ocasiones “igualdad” con “sustitución”. Cuando se empieza a hacer justicia y vemos a mujeres en algunos puestos de decisión, hay quien confunde su legítimo derecho de equiparación con un actualizado derecho de pernada. Apago el televisor cuando exhiben un “spot” publicitario donde los hombres son muy tontos hasta que llega una mujer listísima y los deja en ridículo. Dos hombres discuten sobre galletas como tapados verduleros, hasta que llega una mujer sapientísima que aproximadamente les recita la Ley de la Relatividad. Un muchacho muy atractivo, cubierto con un delantal, limpia un horno, embadurnado de grasa hasta las cejas; pero llega la esposa vestida de ejecutivo y una actitud claramente de ”Ama” sadomaso, y se burla de él tratándolo como objeto sexual. Lo vi porque no llegué a apagar el televisor a tiempo.
Todos, empezando por las mujeres que aspiran sinceramente a la igualdad, deberíamos rechazar los productos anunciados de tal guisa.