Es lícito preguntarse si el escritor nace o se hace.
A mí me parece que la vocación de escribir
nace siempre muy temprano y lo más común es detectarla entre niños con
imaginación desbordada, muy inclinados a hablar de sus sueños y sus
inquietudes.
Cuando se relacionan con sus amigos esta clase de personajes
infantiles, suelen inventar verdaderos relatos, con su planteamiento y su
desenlace.
Muchos no se dan cuenta de que podrían escribir y los que sí lo
advierten, se encuentran muchas veces con la hostilidad de los adultos a que
sus hijos se conviertan en artistas.
Es triste saberlo, pero son millares los
niños y niñas a los que sus padres disuaden de ser pintores, cantantes o
escritores.
Sobre todo escritores, porque está muy mal visto eso de morirse de
hambre por una vocación irreprimible.