Todo el mundo en Barcelona, principalmente los periodistas, comentan
que los premios literarios son, en su mayoría, estafas solemnes. Afirman que ciertos premios se convocan con el premiado previamente elegido (a quien
con frecuencia se le encarga una novela expresamente para el concurso).
Lo extraño es que los mismos periodistas que denuncian en privado el engaño, dedican
fervor solemne a publicar noticias sobre tales premios. Esta es una versión de “Los
intereses creados”. Editoriales que convocan concursos para obtener publicidad
para una novela ya previamente premiada, revistas especializadas que dependen
de la publicidad de las editoriales falsificadores y por lo tanto dedican
grandes espacios a contar tonterías sobre esos premios; periodistas a quienes sus empresas le prohíben contar la verdad, porque resulta que son demasiados los periódicos que administran al mismo tiempo una de tales editoriales tramposas. .
Un par de días antes de la adjudicación pública de los premios, “se
produce” una filtración sobre dos o tres celebridades como posibles premiados.
Resulta casi imposible que resulte premiado un desconocido en tales
pomposos concursos literarios.
Hace años, un modesto quiosquero francés ganó el Goncourt. Nadie le había
encargado la original novela que presentó; por supuesto se hizo famoso. Este
hecho es completamente improbable que se produzca en España.
Lo más sorprendente es que algunos de estos engaños se producen con la
complicidad activa de altísimas autoridades del estado.