lunes, 3 de abril de 2017

ANTONIO BANDERAS, CON VISTAS A LA HISTORIA

El famoso paisano ha mostrado de sobra su devoción por Málaga aunque es el que a mayor lejanía ha llegado, sentimiento no demasiado compartido por otros paisanos que escondieron el paisanaje, por esnobismo o conveniencia estratégica, en cuanto doblaron la primera esquina.
Ahora, Banderas estrena casa con vistas a toda la historia de Málaga y gran parte de Mediterráneo, en el tuétano de Alcazabilla. Nos lo han mostrado en una terraza sobre el Teatro Romano, frente a la Alcazaba y desde donde se ve la torre mocha de la Catedral, el Museo de Málaga, la torre de San Juan y hasta las Casas de Campo de Picasso, si es que no media el “photoshop”.
Hasta ahora, yo lo veía con emoción ocultarse en submarinos semanasanteros o pavoneándose de guía de celebridades que no nos habrían descubierto sin él. Pero que viviera en los suburbios de la esplendorosa vanidad, a sesenta kilómetros de “su” teatro, me parecía que nos privaba de su mejor aporte. Y ahora, nos sorprende viniéndose a vivir no junto a su adorado hermano en las estribaciones de San Antón, sino encima de lo que muy probablemente fue el primer muelle romano Flavio y las primeras salazones fenicias de MLK..
Vistas las vistas, es probable que nos encontremos ante el advenimiento uno de los mayores acontecimientos socio-culturales de Málaga desde la Generación del 27. En torno a Banderas y en esa terraza encaramada en el azul paraíso de Aleixandre, puede surgir una tertulia del talento y el dinamismo, donde, por desgracia, la mayoría de las tertulias que existen dedican la mayor parte del tiempo a despellejar el temido talento de opositores.
Si se llega a formar esa tertulia (que vendría dada naturalmente), surgirán sinergias que redondearían los esforzados avances de Málaga de los últimos doce o quince años. Podríamos encontrarnos ante iniciativas eficaces para terminar la Catedral, fundar una universidad libre o volver a plantearnos la ¨Ciudad del Cine. En esa tertulia podríamos ver desde Carlos Taillefer a Pablo Alborán, pasando por todos los palos, y es seguro que habría tortas y zancadillas para coger el ascensor.
Lo más trascendental que podría iniciarse ahí sería la Ciudad del Cine que nunca llegamos a abordar. Antonio Banderas ha dicho que ahora se puede hacer cine en cualquier parte (ya no se rueda sino que se graba y no se contratan extras a millares, sino que hay digitalización). Lo siguiente que pensará, sin duda, será retomar aquella idea de la Ciudad del Cine y poner el primer grano de arena. Proyecto en el que debería enfrascarse de inmediato el ayuntamiento, la diputación, el Estado y todo el empresariado de Málaga. Puede que lo equivoquen señalándole la burocracia que lleva 36 años saboteando Málaga; de ahí no hay nada que esperar sino zancadillas a Málaga.
BIENVENIDO JOSÉ ANTONIO DOMÍNGUEZ, QUE VUELVE A VESTIRSE SIMBOLICAMENTE DE ROMANO AUNQUE NO SE MUEVA EN VESPINO.