viernes, 3 de octubre de 2014

EL GIMNASIO DONDE ME MANTENGO EN FORMA


Tengo setenta y tres años, hace quince que me medico contra la diabetes II, soy asmático y he sufrido un infarto cerebeloso y otro cardíaco, pero todos los que me ven por primera vez se asombran de mi estado, aunque se asombrarían más si conocieran a afondo las vicisitudes pasadas.

La diabetes obliga a hacer todo el ejercicio posible, y yo no dejo de hacerlo. Voy temprano todos los días a un gimnasio, cuyo fundador conocí hace unos cuarenta años. En un tiempo en que no había en Málaga más que un par de gimnasios boxísticos, apareció un argentino artista de circo con ganas de afincarse aquí. Para poder sobrevivir, montó un gimnasio de pesas que si no fue el primero, fue uno de los primeros en Málaga. Gimnasio Dino; por ese gimnasio y bajo la dirección de Dino, pasaron todos los malagueños que han destacado en el culturismo y muchos de ellos montaron también gimnasio. Ahora, hay más de cien gimnasios en esta ciudad, que cuenta con gran predicamento en el culturismo español y europeo.

Cuando regresé a Málaga, como es natural no se me ocurrió acudir a otro gimnasio que al de Dino. Me enteré con consternación de que había muerto y que ahora son sus hijos quienes mantienen el gimnasio en pie. Está por Blas de Lezo (entrada de calle Tejares) y ahí voy cada día temprano, para lo que quieran saber de mí.