sábado, 16 de noviembre de 2013

LOS ESCRITORES NO QUIEREN SABER LA VERDAD

La mayoría de escritores que hemos publicado, los periodistas y casi todo el mundo en Barcelona sabe que a los escritores se nos vienen robando nuestros derechos desde tiempo inmemorial.
 
Pero los que desean publicar no quieren enterarse. La vocación de escritor es tan insoslayable, que el afán de publicar mueve al suicidio económico. Yo aconsejo a quienes me preguntan que se busquen editorial en Miami.

Para la mayoría de las editoriales españolas, si una persona con talento tiene mucha creatividad, siente la pasión de escribir y, por ello, no desea hacer otra cosa, para lo que es indispensable cobrar por lo que escribe, está loco. Por ello, lo ningunean, lo tratan con desprecio de insignificante, lo ignoran, lo desprecian y mueven a ello a todos los componentes de la editorial, olvidando el hecho de que TODOS ELLOS VIVEN GRACIAS A LA “LOCURA” DEL ESCRITOR.

En el caso de la dueña de la editorial respetaba las “opiniones” de la editora contrarias a mis criterios SOBRE MIS PROPIOS LIBROS. Esta editora se equivocaba siempre, como en el caso de mis novelas “Los pergaminos cátaros” y “El ocaso de los druidas”, para los que dispuso prácticamente la misma portada, aunque son publicaciones consecutivas.

Entre Roca Editorial y Editorial El Cobre se apropiaron de más de 200.000 euros de mis derechos, dejándome en una situación económica miserable, y hasta paso a veces hambre. A partir del momento en que reclamé mi dinero, Roca retrasó sine die mis ediciones e hizo que me incluyeran en la lista negra de las editoriales, donde inscriben a los escritores malditos Hace años que dejé de intentar publicar, pero tengo ocho o nueve novelas editables además de otras muchas cosas, que permanecerán archivadas en la fecha en que me vaya.

Después de muchos sinsabores de la condicionada prensa española, intento hace años que se publique un reportaje sobre mí en Caracas, Londres, Buenos Aires o São Paulo. Llevo seis años advirtiendo a los diputados del parlamento el grave error de la Ley de Propiedad Intelectual de 1996, pero no responden ni a tiros ni, lo que es más grave, nadie se ha dispuesto a subsanar el error para que los escritores podamos vivir de nuestro trabajo; en concreto, un autora que ha vendido mucho, una vez respondió así a mi pregunta de si le pagaban lo justo: "Imagina, hace un mes pe mandaron una transferencia de 700.000 euros". Pero su novela del año anterior había vendido más de un millón de ejemplares, a un precio medio de 20. Le correspondían muy por encima de dos millones, pero ella hallaba "suficiente" que le robasen dos tercios de su dinero. Cuando se lo señalé exclamó ¡Qué quieres, que nadie quiera publicarme más!