domingo, 6 de noviembre de 2011

POEMAS Y CANTES DE MI LIBRO "FRÍO LEJOS DEL SSUR"

ALBOREÁ
Fría luz sin nombre,
fríos están mis huesos;
gélida mi alma,
¡y la pena dentro!


Clarear
Cuando el clarín de las seis
convoca para los afanes
y, aterido,
me aventuro por la bruma gris de hielo
del poliedro sin recodos
y el lago de hojas exhaustas,
me quema las sienes frías
un frío beso; la duda:

¿Vivo, sueño o desvarío?.

El corazón regurgita su miedo,
el alma,
con sal y arcilla forjada,
sube a sobrevolar mi carne desvaída;
nubes rondan con cuchillos aguzados
sobre torres de cemento.

En la Babel de cristal y acero
soy un número,
mientras mis torres de espuma
suspiran, lejos, por mí.

SIGUIRIYA
De agua rutilante
no hay torres de espuma
en el mar de farallones oscuros,
ni estrellas ni luna.



Hojas
Hosca es la luz que las desvela
por los intersticios pardos del caos de silicio.
Una fuerza telúrica las mece
para vestir de limo que agoniza
los caudalosos ríos del silencio.

Tenaz, en su encomienda metabólica,
el tiempo las derrite como médanos
y teje los nutrientes
que no aprovecharán negadas sementeras.

Y en el caos, los sustratos del invierno
no encuentran poros por donde fecundar
la costra yerta e insondable
de la acerada superficie del desierto.

Cúpulas iluminadas de gemidos
y las cloacas, obstruídas de terror,
mientras el sol decae, como un grito
ahogado en la niebla.
En medio, la textura alborotada
que es ausencia, mortaja
y anulación.

POLO
Al regreso del tormento,
una risa y un quejío.
La una, por tu recuerdo
y el otro, por tu desvío.

Glaciación
Una glaciación avanza,
el hielo petrifica los aromas
y deglute los colores;
atomiza la frágil temperatura;
profana la cama el frío
y se aloja entre las sábanas.

Va recubriendo el frío
con su escarcha los estucos desahuciados.

Los carámbanos,
racimos de horas secuestradas en la ruta,
opacan la luz.

Culebrea el musgo y emerge
entre las grietas del hielo,
escala por la pared
y pende en jirones de la geografía del techo.

Va tapizando el frío
las baldosas silenciosas
y el retrato sin memoria.

¡Y esta mordaz paradoja
del sol fingido que trae voluptuosidad de mar!.


DEBLA
Que me asilen sus calores
aunque me consuma el Sol.
Y que su luz me ilumine
el delirio y la razón.
¡Que lo quiera Dios!.


Sopor
¿Quién lo derrocó
de su trono fulgurante?
¿A dónde lo desterró?

Como ya no la convoca,
la diosa azul riela demudada.

No es tenebrosa la noche,
es hora de expectación.
Es necesaria la noche
para que estalle la madrugada.

Las auroras, en eclipse,
se hielan bajo el metal de la lívida opresión.
¿Quién lo minió?.
¿Cómo destiñó su luz, la irisación
y el hechizo?.

¿Dónde, añorado esplendor, te llevaron embozado?.
¿Quién ha usurpado el ocaso,
el alba y el mediodía?.
¿Quién, cuándo y por qué abatió
el ritmo nictemeral?

SOLEÁ
En la callecita blanca
que me abrigó, ha pronunciado
mi nombre una voz amarga



Madre natural
Helena magnificencia,
madre natural.

Remota, clara, transparente
allí donde la pesca es espuma blanca,
nata plateada, seminal.

Madre alentadora
que besa, lava y acaricia
la arena en que sestean varadas
todas las reminiscencias.

Bullicio reluciente,
chisporroteo de luz, espejo de Apolo,
veta diamantífera de cardumen.

Irisación infinita,
crisol de aspiraciones,
polen de fisonomías, alumbradora de mi voz,
biógrafa de mi rastro.

Madre atávica, placenta de mis latidos,
¡acógeme!.
Haz que mis huellas reencuentren tus riberas.
Desarma a este cieno
frío y gris
para que no me amordace.