sábado, 1 de mayo de 2010

II Capítulo CÁTAROS, LA LIBERTAD ANIQUILADA


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Niphon y la sencillez
Anticipándose casi un siglo a Francisco de Asís, Roberto de Abrissel salió a predicar el amor y la sencillez preferentemente entre los marginados; sobre tales supuestos, creó la Orden de Fontevrault, con lo que se adelantó también a los franciscanos. Abrissel actuó con una innovación inconcebible, que tendría profunda influencia en otros movimientos a partir de entonces: De manera asombrosa (y casi heréticamente desde el punto de vista romano), daba igual preponderancia a las mujeres y los hombres, los conventos eran mixtos y lo mismo podían estar gobernados por un abad o una abadesa.
Ya entonces y desde hacía medio siglo habían empezado a quemar a críticos del poder establecido tanto en Orleáns como en Tours, en Anger como en París, en Constantinopla y en Soissonais. Un sacerdote suizo llamado Pedro de Bruis, desencantado y asqueado de los abusos romanos, había colgado los hábitos y salido a predicar la sencillez cristiana primigenia, y, naturalmente, fue perseguido y anatematizado. La Iglesia romana hizo quemar a toda la comunidad de un convento católico cuyos monjes practicaban la austeridad y criticaban los abusos y el lujo de los clérigos sus superiores. Contra los nuevos cultores del mensaje evangélico en puridad, había ido poniéndose en marcha la maquinaria de represión que, poco a poco, se estableció como paradigma de la pureza de la fe. Todo ello en defensa de los guantes enjoyados y los asesinatos para apoderarse de títulos y riquezas.
Y ocurrió un hecho insólito que ha sido muy poco comentado.
Créase o no, la verdadera liberación femenina comenzó en el siglo XII y no se trató de nada simbólico ni se revistió entonces de los tintes vengativos/sustitutivos que ahora presenta. Las mujeres adquirieron preponderancia de manera completamente natural como consecuencia del mayor conocimiento y apertura mental que se extendían por doquier. Presidieron debates, mandaron fortalezas, crearon escuelas y fueron respetadas sin que nadie señalara o diera la menor importancia al género. Por su especial disposición que todos reconocen, las mujeres sentimentalizaron la vida pública y nacieron instituciones como las “cortes del amor” y maneras “humanistas” que sin la igualdad femenina jamás habrían existido. Los clérigos de fidelidad romana odiaron esta situación y la cubrieron de sarcasmos siempre que tuvieron oportunidad. Es muy posible que la preponderancia y el respeto por las mujeres en el Languedoc figurasen entre los argumentos que pusieron en marcha el drama contra Occitania.
Los movimientos de pobreza que proliferaron durante el siglo XII además de propugnar una vuelta a la autenticidad evangélica resaltaban la exigencia del desprendimiento, la contradicción entre el reconocimiento de la aflicción de la pobreza material y el lujo ostentado por Roma y sus fieles, y todo esto constituía un desafío a la riqueza y al poder clerical en todas sus manifestaciones: posesión de la tierra, la fuerza de las armas, los títulos, la influencia, el dinero y hasta el usufructo exclusivo del conocimiento.
Casi como si se tratase de un movimiento parecido al hippy, y a pesar de no contar entonces con los medios de difusión que lo propagasen, por toda Europa aparecieron personas aisladas o grupos que desafiaban el poder materialista de Roma y practicaban la pobreza y la sencillez como medio de vida. La idea clerical de “haz lo que digo y no lo que hago” la despreciaban y vituperaban, porque para ellos prédica y estilo de vida eran inseparables.
Prácticamente en los mismos momentos, en los Balcanes, el monje Niphon salió a los campos a predicar la sencillez y la autenticidad del amor y la luz contra los corrompidos clérigos ortodoxos. Niphon fue, pues, en esencia, un predicador semejante a otros muchos que aparecieron casi simultáneamente en toda Europa, tanto en la romanista como la cismática. Pero él renovó el bogomilismo original, le dio sendo doctrinal y lo fortaleció de un modo peligrosísimo para el poder establecido. Más que una religión nueva o una corriente filosófica, se ocupaba de las costumbres predicando la sencillez y el amor frente a la impiedad y la ambición de los clérigos, si bien que lo hacía en la estela del búlgaro Bogomil. Aunque en Bizancio, que empezaba a descomponerse bajo la presión de oriental de los turcos, no dominaba el papado de Roma, trataban también con crueldad a los disidentes, sobre todo a los disidentes que abominaban de la mezcla de impiedad y ambición de los religiosos oficiales. Niphon, por supuesto, fue perseguido con la misma saña que eran perseguidos en el occidente europeo quienes criticaban, como San Francisco de Asís, los abusos clericales.
En consecuencia, y ante los clérigos que no querían ni una de sus `prerrogativas y se dispusieron a defender sus privilegios con todos los medios a su alcance, por todas partes y en toda Europa fue extendiéndose de modo insoportable la pestilencia de la carne chamuscada.