La industria editorial española lanza al día más de un millón de libros y contribuye al PIB español en un 1,2%.
Ante tan halagüeña situación, los escritores españoles deberíamos nadar en la abundancia o, por lo menos, viviríamos decentemente de nuestro trabajo. Con esos datos en la mano, pareciera que aquel lamento de Larra, “escribir en España es llorar”, habría quedado superado, dado que dicen que somos la segunda nación editora del planeta.
Pero hay que indagar más.
Yo he publicado millares de artículos en la prensa, he sido guionista de televisión (p.ej., de Pepe Navarro y Carlos Herrera) y he publicado hasta este momento 11 libros. Con una editora en particular, he publicado cuatro libros en 3 años, con un total de 15 ediciones. Pues bien; esta editora me ha presentado liquidaciones en las que yo debería PAGARLE A ELLA.
Según la miseria total que me liquidaba roca Editorial, tendría que vivir y costear las infraestructuras propias de un escritor con 2.000 euros al año. ¿Es que Roca perdía dinero con mis libros y los de los demás autores que publica? Por la conducta de la dueña, no sólo Roca no pierde sino que gana mucho, porque la señora realiza tres o cuatro fastuosos viajes al año, a destinos fabulosos, acompañada siempre de un grupo de odaliscas y, casi siempre, de su amiguísima. Mientras, cuando alguien (al presentarme) dice de mí que soy escritor, el interlocutor replica: “Sí, escritor. ¿Pero cómo te ganas la vida?
Esas editoras con tan buena salud, se quejan tanto que hasta el Ministerio de Industria cae en la trampa, pues regaló en 2007, en junio, 12 millones de euros a las editoras catalanas. Pero a la hora de cumplir su ob ligación de pagar a los escritores sus derechos anuales de propiedad intelectual, no calculan sobre el precio “de venta” sino sobre los acuerdos con los distribuidores y emplean, (mayoritariamente) un truco para defraudar todavía más los derechos de autor: Restar de los libros vendidos los ejemplares que le quedan en existencia, con lo que al escritor no le resta nada que cobrar. Un truco con el que Roca engaña a abogados e, inclusive, a algunos jueces, a los que esa editora afirma tener “cogidos por los huevos”.
Suponía yo que la estafa se cometía con autores de un solo libro o autores que, como yo, no han alcanzado todavía una gran notoriedad pública. Que estarían exentos autores como Delibes o Pérez Reverte. Pero no. Según me cuentan periodistas barceloneses honrados, la defraudación no los deja exentos tampoco a ellos.
Entonces, ¿De qué hablan cuando dicen que tenemos una industria editorial fuerte? ¿De Alí Babá y los sopotocientos ladrones?
LA IMPRESIÓN QUE DA ES QUE LAS EDITORIALES FORMAN UNA MAFIA, CON PADRINO Y TODO. Y como toda mafia, son muy diligentes para cobrar… pero tratan a quienes les posibilitan el negocio (los escritores) como a víctimas.