En los supermercados, topamos con muchos productos que se nos anuncian
como “abre fácil”.
Ignoro si alguien habrá realizado una encuesta sobre las facilidades
que ofrezcan estos “abrefáciles”. Sobre
todo, entre mujeres no demasiado fuertes ni impetuosas. Algunos de tales productos, sobre todo los tetrabriks de leche o zumos con
dos picos en la parte superior, es más que dudoso que alguien pueda abrirlos de
un pellizco, aun investigando entre hombres fortachones.
Esos tetrabriks y otros muchos artículos son dificilísimos de abrir si
no es valiéndose de unas tijeras. Pero es que tampoco se puede afirmar que sean
fáciles de abrir latas de conservas que deberíamos poder destapar tirando de
una anilla. Muchas latas de atún o mejillones, si no son muy grandes, cuesta
grandes esfuerzos abrirlas y a veces hay que recurrir al mango de una cuchara
para hacer palanca.
En una sociedad donde creemos poder saltarnos todo a la torera,
no abundan los reglamentos. Somos una sociedad muy poco regulada, digan los que
digan algunos. Se fomenta tanto el individualismo entre nosotros, que ni
siquiera queremos asociarnos para progresar o enriquecernos en conjunto (que es
como progresan las sociedades prósperas); mucho menos, aceptamos que nadie
pueda regular algo tan obvio como que no se llame a una cosa “abrefácil” si es
tan difícil de abrir.